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jueves, 18 de abril de 2013

PARA REFLEXIONAR Y TOMAR CONCIENCIA!!




NO A LOS NIÑOS CATALOGADOS

En los últimos años, cuando un niño presenta dificultades se tiende a catalogarlo en lugar de interrogarse por lo que le pasa. Se utiliza el DSM IV (manual de trastornos mentales) como un catálogo en el que todo niño puede ser ubicado.
Y en lugar de pensar por qué se porta mal en clase, se lo clasifica como ADHD (trastorno de comportamiento) o como ODD (trastorno oposicionista desafiante); o bien si un niño llora permanentemente se dice que es un trastorno bipolar. Pero nadie se pregunta qué le pasa a ese niño, en ese momento y por qué se porta mal o por qué llora; qué pasa en esa familia y en esa escuela y qué cuestiones de época están jugando.
Un niño es alguien muy diferente a un síndrome. Y debe ser pensado como lo que es: un sujeto en estructuración, en crecimiento y cuya estructuración y crecimiento se dan en relación con un contexto familiar y social.
En ese sentido, todo niño merece ser pensado desde la complejidad: desde su historia, desde los vínculos familiares y desde la sociedad de la que forma parte. Así, que algunas patologías se repitan en este momento no es casual ni implica una especie de epidemia de trastornos neurológicos, sino que vivimos en un mundo que promueve ciertos funcionamientos.
Considero que los adultos estamos "desbordados" por el ritmo de vida que llevamos, por las exigencias de un mundo acelerado y que, por consiguiente, hay menos espacio para tolerar las demandas infantiles.
A la vez, me parece que se les suele otorgar a los niños un lugar de mucho poder. Hay una idealización de la infancia y la adolescencia que lleva a que se suponga que los niños son los que lo pueden todo, mientras que la adultez es una etapa difícil. En lugar de prometerles un futuro en el que van a poder lo que ahora no pueden, se les transmite que pueden ahora aquello que después no podrán. Esto los lleva a un funcionamiento de poco respeto de las diferencias, a estados de angustia que se manifiestan a través de un exceso de movimiento, a dificultades con las normas. E insisto: a los adultos nos cuesta sostenernos como tales.



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